Una imagen capturada desde la Estación Espacial Internacional (EEI) acaba de ofrecer una de las vistas más impresionantes del fenómeno atmosférico conocido como duende rojo. La responsable fue la astronauta de la NASA Nichole “Vapor” Ayers, quien registró el espectáculo luminoso mientras orbitaba sobre el norte de México y el sur de Estados Unidos, a unos 400 km de altitud. La fotografía muestra un brillante destello rojizo con forma de medusa que emergió fugazmente por encima de una tormenta eléctrica.
El evento se suma al creciente interés científico por los llamados Eventos Luminosos Transitorios (TLEs, por sus siglas en inglés), fenómenos eléctricos de alta altitud tan fascinantes como difíciles de capturar.
¿Qué es un “duende rojo”?
A diferencia de los rayos comunes, los TLEs ocurren en las capas altas de la atmósfera, a altitudes que pueden superar los 80 km. Los duendes rojos, en particular, se manifiestan como filamentos verticales que se extienden como tentáculos hacia abajo y destellos difusos hacia arriba, evocando la forma de una medusa o zanahoria. Son provocados por intensas tormentas eléctricas, pero apenas duran milisegundos y tienen una luminosidad tenue, por lo que no suelen ser visibles a simple vista desde la Tierra.
Otros TLEs conocidos son los chorros azules, que emergen de la cima de las nubes como conos estrechos; los elfos, que aparecen como anillos luminosos expansivos; y los recientemente identificados fantasmas, destellos verdosos asociados a compuestos metálicos en la atmósfera.
Desde el espacio, con tecnología e inteligencia artificial
La Estación Espacial Internacional se ha convertido en una plataforma clave para estudiar estos fenómenos gracias a su órbita inclinada y la incorporación de instrumentos como el Monitor de Interacciones Atmósfera-Espacio (ASIM) y sensores multiespectrales capaces de detectar hasta los destellos más sutiles. Las cámaras a bordo operan con IA para anticipar tormentas, ajustando automáticamente los sensores de baja luminosidad e infrarrojos.
Este tipo de observaciones no solo ofrecen imágenes espectaculares, sino también datos valiosos sobre la interacción entre las tormentas eléctricas y la química de la atmósfera.
El rol de los rayos en la atmósfera superior
Los TLEs, aunque visualmente impactantes, también tienen un papel activo en el ciclo del nitrógeno. Durante las tormentas, los rayos transforman el nitrógeno atmosférico en óxidos de nitrógeno (NOₓ), que pueden formar ácido nítrico y contribuir a la fertilización natural del suelo mediante las lluvias. En la alta atmósfera, estos compuestos alteran la composición química del aire, influyen en la formación de nubes y generan ozono, funcionando como un sistema natural de limpieza.
Se estima que los rayos generan más de 14 millones de toneladas de dióxido de nitrógeno (NO₂) al año, lo que subraya la importancia de estudiar estos fenómenos no solo por su belleza, sino por su impacto en la Tierra.