Apple lanzó a la venta esta semana la familia de iPhone 17: un modelo Air más liviano, un Pro Max con opción de hasta 2 terabytes de almacenamiento y un rango de precios que va de los 799 a los 1.099 dólares, sin contar los upgrades.
Sin embargo, a pocas horas de su salida al mercado, la conversación se desvió hacia un problema inesperado: los teléfonos parecen rayarse con demasiada facilidad.
Los denuncias indican que las variantes en colores oscuros, como el Deep Blue del iPhone 17 Pro y Pro Max, y el Space Black del modelo Air, son las que muestran con mayor facilidad marcas en la superficie. Las zonas más afectadas serían los bordes metálicos, la parte elevada que rodea las cámaras y el área del conector magnético MagSafe.
Lo raro es que los rayones aparecen sin que el dispositivo se roce con llaveros, monedas ni otros objetos en los bolsillos de sus dueños.
Por qué ocurren los rayones
La principal explicación apunta al uso de aluminio anodizado en la carcasa. A diferencia del titanio de generaciones anteriores, este material deja expuesto el color plateado natural del metal bajo el acabado, lo que hace que los pequeños arañazos se noten más.
De todas formas, especialistas señalan que el aluminio también tiene ventajas: ofrece mejor disipación del calor, mayor resistencia a fracturas y un peso reducido, lo que contribuye a que los nuevos equipos sean más livianos.
¿Un problema para Apple?
Aunque el debate sobre el “scratch-gate” domina las conversaciones en redes sociales y foros especializados, los analistas no creen que vaya a impactar en las ventas. Gil Luria, de D.A. Davidson, señaló que “los lanzamientos de iPhone siempre vienen acompañados de preocupaciones que se magnifican por la escala del producto”, y que, de ser necesario, Apple podría ajustar materiales o procesos en futuras unidades.
Sin embargo, muchos usuarios, especialmente en Argentina, cancelaron sus compras.