Desde este mes, ningún influencer o creador de contenido en China podrá abordar temas de medicina, derecho, educación o finanzas sin contar con una certificación oficial o un título académico que respalde su experiencia. La medida, que ya es ley, busca frenar la desinformación y garantizar que el público reciba información confiable y verificada.
La normativa exige que las plataformas digitales verifiquen las credenciales de los creadores antes de permitir la publicación de contenido especializado. Aquellos que no puedan probar su experiencia verán bloqueadas sus cuentas, sin posibilidad de esquivar la restricción creando perfiles alternativos.
Además, los creadores deben firmar un “contrato digital” que asume responsabilidad legal y científica por la información difundida, indicar cuando se utiliza inteligencia artificial y advertir sobre dramatizaciones o exageraciones en sus contenidos.
Un marco legal amplio y detallado
Esta regulación se enmarca en el “Código de Conducta para Anfitriones de Contenido en Línea”, emitido por la Administración Estatal de Radio y Televisión y el Ministerio de Cultura y Turismo de China en junio de 2022.
El documento establece que los streamers y creadores de contenido tienen la responsabilidad de:
- Respetar la ley y la Constitución china, protegiendo los intereses nacionales y los derechos de terceros.
- Mantener un contenido positivo, educativo y culturalmente adecuado, promoviendo los valores socialistas y rechazando conductas vulgares o sensacionalistas.
- Verificar y reportar credenciales profesionales cuando se trate de contenidos especializados (medicina, finanzas, derecho o educación).
- Ser supervisados por las plataformas y autoridades, quienes pueden sancionar, bloquear o incluir a los infractores en listas negras.
El reglamento detalla también 30 tipos de conductas prohibidas, que incluyen desde la difusión de información falsa o rumores, hasta la promoción de violencia, pornografía, apuestas, consumo de drogas o conductas peligrosas para menores. También regula el uso de inteligencia artificial y deepfakes para impedir la manipulación de figuras públicas o héroes nacionales.
¿Censura o responsabilidad?
Para los críticos, la medida puede percibirse como un control estricto sobre la libertad de expresión en internet, limitando la participación a quienes cuentan con respaldo oficial. Sin embargo, desde la perspectiva del gobierno chino, se trata de proteger al público de información engañosa, especialmente en sectores sensibles donde errores o consejos incorrectos pueden causar daños graves.
“La intención es crear un internet más confiable y seguro, donde la información técnica y científica provenga de personas autorizadas y competentes”, explica un analista de medios en Beijing. “No se trata solo de control político, sino de garantizar que el público reciba datos confiables sobre su salud, finanzas y educación”.
Causas de la medida
China ha experimentado un boom del contenido en línea, con millones de creadores activos en plataformas de streaming, redes sociales y sitios de video. En este entorno saturado, la desinformación, los rumores y el sensacionalismo se habían vuelto comunes, especialmente en áreas sensibles como la medicina y las finanzas. La normativa busca:
- Reducir la propagación de información falsa
- Garantizar que los creadores que hablen de temas profesionales tengan competencia real y certificación oficial.
- Fortalecer la supervisión de las plataformas, asegurando responsabilidad legal sobre los contenidos difundidos.
Consecuencias esperadas
El impacto de la medida será múltiple:
- Para los creadores: Solo los autorizados podrán publicar contenido especializado, lo que reducirá la oferta de información informal o amateur.
- Para las plataformas: Deben establecer sistemas de verificación y control, bloqueando a quienes incumplan la norma.
- Para el público: Se espera un acceso a información más confiable y verificada, aunque limitada a los creadores autorizados.
- Para el ecosistema digital: Se promueve un internet más regulado y seguro, pero también más centralizado y supervisado por el Estado.
China se suma así a una tendencia global en la que los gobiernos intentan equilibrar libertad de expresión, protección del público y responsabilidad de los creadores. Sin embargo, la medida también plantea preguntas sobre el límite entre censura y regulación en un entorno digital cada vez más influyente y masivo.