Científicos de Harvard presentan computadoras impulsadas por energía cuántica y cerebral

La tecnología informática atraviesa una transformación histórica: mientras la computación cuántica alcanza niveles de estabilidad nunca vistos, emergen las primeras computadoras biológicas impulsadas por células cerebrales humanas. Ambos avances marcan un cambio de paradigma respecto a los sistemas tradicionales basados en silicio, con implicancias profundas para la industria, la ciencia y la medicina.


Harvard rompe un límite en la computación cuántica

Un equipo de la Universidad de Harvard logró que una computadora cuántica funcione de manera continua por más de dos horas sin reiniciarse, un récord mundial. El sistema, compuesto por 3000 qubits, fue presentado en la revista Nature en septiembre de 2025 y superó el problema de la “pérdida de átomos” que limitaba a estos equipos a minutos de operación.


“Demostramos el funcionamiento continuo con un sistema de 3000 qubits. Pero también está claro que este enfoque funcionará para números mucho mayores”, explicó Mikhail Lukin, profesor de Harvard y autor principal de la investigación.


El avance se suma a una ola de desarrollos recientes en el sector. HSBC utilizó procesadores cuánticos de IBM para algoritmos de negociación de bonos, demostrando valor real en el ámbito financiero. Google presentó su chip Willow, que reduce los errores exponencialmente a medida que crece el número de qubits, y Nvidia lanzó herramientas de aceleración que multiplican por 4000 la velocidad de simulaciones cuánticas.


La apuesta comercial también crece: Chicago inició la construcción de un campus multimillonario de computación cuántica en una antigua planta siderúrgica, mientras que analistas proyectan un mercado global de 6.500 millones de dólares para 2030.


Las primeras computadoras biológicas llegan al mercado

En paralelo, el campo de la computación biológica dio un salto al mercado con la startup australiana Cortical Labs, que lanzó el CL1, la primera computadora comercial del mundo basada en neuronas humanas cultivadas en laboratorio.


El sistema combina organoides cerebrales con hardware de silicio en lo que sus creadores llaman “Inteligencia Biológica Sintética”. Su consumo energético es mínimo —apenas unos vatios frente a los enormes requerimientos de la IA tradicional— y puede mantener redes neuronales activas durante seis meses.


“Las células cerebrales conforman la única verdad fundamental conocida de la inteligencia. Se han invertido billones de dólares en computación de silicio y aprendizaje automático, pero nada se acerca a la inteligencia generalizada”, señaló Brett Kagan, director científico de Cortical Labs.


La empresa suiza FinalSpark también avanza en el sector con su Neuroplatform, que permite a investigadores alquilar acceso a organoides cerebrales por 500 dólares al mes para experimentos en biología y aprendizaje artificial.


Un futuro más allá del silicio

Las aplicaciones potenciales de estas tecnologías son vastas. La computación cuántica promete revolucionar sectores como las finanzas, la logística y la ciencia de materiales, mientras que las computadoras biológicas abren puertas en el descubrimiento de fármacos, la modelización de enfermedades y la medicina personalizada.


La confluencia de estos avances plantea un escenario en el que los límites de la inteligencia artificial y la capacidad de procesamiento se expanden más allá del silicio, dando paso a una nueva era de máquinas inspiradas en los átomos y en las neuronas humanas.


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