Antes de que una amenaza se concrete en el mundo físico, suele dejar rastros en el entorno digital. Publicaciones, comentarios, interacciones y búsquedas conforman una huella pública que, analizada en conjunto, puede revelar patrones de riesgo difíciles de detectar a simple vista. En ese terreno se mueve una nueva generación de herramientas basadas en inteligencia artificial que buscan reforzar la prevención en materia de seguridad pública.
En ese contexto, la llegada de WeCheck AI a la Argentina abre un escenario novedoso para gobiernos, municipios y organismos de seguridad interesados en incorporar capacidades de análisis preventivo a partir de información disponible públicamente en internet. La plataforma utiliza inteligencia artificial para procesar grandes volúmenes de contenido abierto en redes sociales, foros y espacios digitales, y convertirlos en reportes estructurados que permiten identificar señales de alerta.
El sistema está diseñado para detectar expresiones de odio, exaltación de la violencia, apoyo a organizaciones extremistas, amenazas directas y comportamientos hostiles hacia grupos específicos. Todo el análisis se realiza exclusivamente sobre datos públicos, sin acceso a cuentas privadas ni información cerrada.
Un caso testigo que ilustra el potencial de este tipo de herramientas es el de Elías Rodríguez, ciudadano estadounidense acusado de asesinar a dos empleados de la Embajada de Israel en Estados Unidos. Según el informe generado por la plataforma, su actividad digital mostraba un patrón sostenido de mensajes agresivos, manifestaciones extremistas y apoyo explícito a organizaciones violentas. El análisis identificó múltiples publicaciones con amenazas, respaldo a acciones terroristas y lenguaje hostil, además de vínculos con investigaciones mediáticas sobre hechos de violencia, lo que elevó el nivel de riesgo detectado.
“El caso Rodríguez demuestra cómo la actividad digital puede revelar indicadores tempranos de comportamientos peligrosos”, afirma Matías Simone, CTO y cofundador de WeCheck AI. “La información estaba disponible públicamente, pero dispersa en decenas de plataformas. La IA permite unir esas piezas, clasificarlas y presentarlas de manera que organismos responsables puedan actuar de forma preventiva”.
La capacidad de analizar miles de publicaciones y menciones en cuestión de minutos convierte a este tipo de soluciones en un recurso relevante para áreas de seguridad, protección de infraestructura crítica, análisis de riesgo y monitoreo de amenazas emergentes. En escenarios donde la radicalización o la planificación de hechos violentos dejan señales previas en el entorno digital, la anticipación se vuelve un factor estratégico.
Otro de los casos procesados por la plataforma surgió a partir de un chequeo solicitado por una empresa para evaluar la reputación online de sus empleados. En ese análisis se detectó que una persona visitaba sitios vinculados a pedofilia, una información considerada clave tanto para la compañía como para la Justicia.
Desde la empresa remarcan que el uso de la tecnología se encuadra dentro de los marcos legales internacionales de privacidad y protección de datos, como GDPR y FCRA, ya que el procesamiento se limita a información pública. “No accedemos a información privada ni a cuentas cerradas. Lo que hacemos es ayudar a las instituciones a interpretar señales que ya existen, pero que son imposibles de procesar manualmente. La IA no reemplaza al criterio profesional, sino que lo potencia”, explicó Simone.
El valor de la huella digital como insumo para la prevención está respaldado por datos de distintos organismos internacionales. De acuerdo con informes anuales del FBI, más del 50 % de los casos de terrorismo en Estados Unidos incluyen trazas digitales previas al ataque. El Departamento de Justicia, a través de su Behavioral Analysis Unit, indica que entre el 40 % y el 60 % de los atacantes violentos mostraron comportamientos digitales preocupantes antes del crimen. Por su parte, la NTAC del Servicio Secreto estadounidense señala que el 70 % de los autores de ataques de violencia masiva presentaron señales digitales de alerta semanas o meses antes del hecho.
A esto se suma que el 80% del reclutamiento para trata de personas comienza hoy en plataformas sociales, según Polaris Project, y que más de la mitad de los grupos de crimen organizado utilizan redes sociales para tareas de reclutamiento o coordinación, de acuerdo con datos de EUROPOL.
Con su expansión en el país, WeCheck AI plantea la posibilidad de que organismos públicos incorporen estas capacidades para prevenir delitos motivados por odio, identificar procesos de radicalización digital, monitorear amenazas públicas y evaluar riesgos asociados a eventos masivos.
“Estamos ante una nueva etapa en la seguridad preventiva”, concluye Simone. “Los datos públicos pueden salvar vidas si se interpretan a tiempo. La IA permite hacerlo de manera ética, responsable y con un nivel de profundidad imposible de alcanzar de forma manual”.
En un escenario global donde la violencia y el extremismo encuentran cada vez más correlato en el mundo online, el análisis de la huella digital comienza a consolidarse como una pieza clave en las estrategias modernas de prevención del delito y protección ciudadana.
