El agro argentino ya no se define solo por la extensión de sus campos o por la experiencia transmitida de generación en generación. Sensores en los lotes, maquinaria autónoma, aplicaciones de clima hiperlocal, modelos predictivos de plagas y sistemas de trazabilidad en tiempo real forman parte de una transformación que avanza a gran velocidad. En ese escenario, la inteligencia artificial no solo está cambiando la forma de producir, sino también cómo se forman los profesionales que deberán liderar el próximo salto del sector.
La toma de decisiones en el campo, históricamente apoyada en el conocimiento empírico, hoy se complementa con modelos capaces de simular escenarios productivos, anticipar rendimientos, detectar riesgos y sugerir prácticas más eficientes y sostenibles. Sin embargo, la tecnología por sí sola no alcanza. El nuevo desafío pasa por contar con especialistas que puedan interpretar esos datos y convertirlos en decisiones agronómicas concretas, con una comprensión integral tanto de la lógica productiva como de las herramientas digitales.
Aprender como se produce
Para responder a esa necesidad, la educación agropecuaria está incorporando metodologías que integran inteligencia artificial, ciencia de datos y criterios de sostenibilidad como parte central de la formación. El objetivo es que los estudiantes se entrenen en entornos que reflejen las condiciones reales del campo actual y futuro.
Entre los recursos que ya forman parte de los trayectos educativos se destacan los simuladores y gemelos digitales de lotes, que permiten ensayar decisiones de manejo sin riesgo productivo; los modelos predictivos de plagas, clima y rendimiento, orientados al diagnóstico temprano; las herramientas de agricultura de precisión y análisis satelital incorporadas al aprendizaje cotidiano; y los sistemas de retroalimentación inteligente, diseñados para ayudar a interpretar métricas, variables y alertas productivas.
“Estas tecnologías permiten que los estudiantes se formen en entornos que replican condiciones reales del campo, fortaleciendo su capacidad de análisis y su adaptación a un agro que evoluciona hacia modelos más eficientes y sostenibles”, explica Carlos Ramonda, decano de Ciencias Aplicadas de la Universidad Siglo 21. Según señala, el trabajo con simuladores, modelos predictivos y herramientas de agricultura de precisión no solo mejora la calidad de la formación, sino que anticipa el rol central que tendrán los datos en la toma de decisiones, en línea con lo que organismos como el BID vienen destacando sobre la digitalización del sector.
Perfiles híbridos y una brecha creciente
El mercado laboral ya refleja este cambio estructural. Cooperativas, productores, agrónomos de campo, empresas de insumos, acopiadores y startups agtech buscan cada vez más perfiles híbridos, capaces de combinar conocimientos de agronomía, tecnología, análisis de datos, energías renovables y sostenibilidad. Se trata de roles que hace pocos años no existían o tenían un peso marginal, pero cuya demanda crece más rápido que la oferta disponible.
Ante este escenario, las instituciones educativas comenzaron a desarrollar carreras y trayectos formativos que integran agronomía e informática, ambiente y energías renovables, con una mirada transversal y digital. El objetivo es formar a los profesionales que operarán el llamado agro 5.0, un modelo productivo apoyado en datos, automatización e inteligencia artificial.
Más tecnología, más decisiones humanas
Lejos de reemplazar el trabajo humano, la inteligencia artificial aparece como una herramienta de amplificación. Su aporte está en acelerar procesos, ofrecer diagnósticos más precisos y facilitar respuestas rápidas frente a un contexto productivo cada vez más complejo y variable.
El futuro del agro dependerá, en gran medida, de contar con especialistas preparados para interpretar información, tomar decisiones basadas en evidencia y liderar modelos productivos más inteligentes y sostenibles. En un sector donde la tecnología avanza más rápido que la formación disponible, preparar a la próxima generación de profesionales será un factor clave para sostener la competitividad y el liderazgo del agro argentino en los años que vienen.
